Para identificar el estilo social de una persona, hay que empezar por hacerse dos preguntas que corresponden al posicionamiento del individuo en los ejes de la matriz:
A nivel de emocionalidad, ¿es más bien expansivo o reservado? ¿Mantiene con facilidad sus emociones tanto a través de las palabras como del lenguaje corporal?
En el nivel ascendente, ¿busca hacer valer su punto de vista o su forma de ver las cosas, o prefiere esperar a ser solicitado?
Estas preguntas suelen ser suficientes para «perfilar» a una persona y definir su estilo social.
Cuando una persona corresponde al estilo social promotor (expansivo y ascendente), se caracteriza por los siguientes comportamientos: habla mucho, con dinamismo y convicción. Utilizan los superlativos con facilidad y los enfatizan con una voz fuerte y modulada. También expresa su energía con una amplia gama de gestos y una agenda rápidamente sobrecargada. Resueltamente orientado al futuro, al promotor le gusta hablar de sus planes y se entusiasma con las nuevas ideas.
Diametralmente opuesto en la matriz es el estilo social analizador. Preciso y meticuloso, no hay detalle que no importe al analizado. Es paciente y capaz de completar sus tareas con la minuciosidad que requieren. Este estilo social tiene un lenguaje corporal restringido y un tono a menudo monótono. El Analizador se preocupa por la exactitud y la precisión, y habla poco de forma espontánea y aún menos de sus sentimientos y emociones. Se siente más cómodo en pequeños grupos que ante grandes asambleas.
El estilo social controlador corresponde a personas reservadas y ascendentes. Yendo directamente al grano, la persona controladora es directa (¡efectiva como dicen los jóvenes!) incluso si eso significa parecer brutal o fría e insensible a los sentimientos de los demás. Concentrado y tacaño con su tiempo para los demás, se centra sobre todo en los resultados (los suyos propios); centra toda su energía y atención en sus propios objetivos. Habla poco, pero cada palabra cuenta. Su tono de voz seguro, cortante y decidido, no anima a los demás a hacer preguntas y mucho menos a cuestionar sus intenciones.
En el extremo opuesto de los dos ejes de la matriz se encuentra finalmente el facilitador. Amigable y sonriente, al estilo social facilitador le gusta estar al servicio y complacer a los demás. Es sensible y apreciará la calidad de una relación o un clima dentro de un equipo. Diplomático, el Facilitador tiene una voz suave, a veces vacilante. La comunicación del facilitador puede leerse a menudo «entre líneas». De hecho, no desea especialmente herir y enfadarse con los demás.
¿Reconociste alguna personalidad bajo estas descripciones? ¿Amigos o relaciones profesionales? Y tú, ¿dónde encajas?
Si todavía tienes algunas dudas o simplemente quieres saber más, nos vemos en futuros artículos.